martes, 1 de noviembre de 2011

Algunos Muertos.

Algunos muertos regresan con la  luz del amanecer,
con los ruidos de las mañanas, a esperar a que nosotros  despertemos.
Se meten en nuestra respiración y recuerdos inventados por ellos  en nuestros sueños.
Nos gritan y nos acarician, no nos dejan,  tiemblan y duermen en nuestros pies buscando calor.
Se asustan cuando despertamos, todo desaparece solo nos queda su extraño sabor.

La tristeza lejana de su partida, nuestro ánimo poseído, sus huellas en nuestro corazón.
Disfrutaban tanto nuestro silencio, ahora quedan sordos al encender la televisión.
Los olvidamos de nuevo, y nos ven sin molestarnos, confundidos vuelven a su extinción.

De verdad  quisieran irse, pero nuestras plegarias no los dejan morir,
su vuelven santos personales, esclavos de nuestros miedos,
abren los ojos cuando saben que hablamos de ellos.

Les damos la amargura de nuestra vida, y escuchan con ese rostro de vírgenes atentas
que no quieren hacer nada por nadie y solo con piadoso amor nos observan,
nos dan sus manos, llega el aroma de sus carnes a nuestras bocas, como cafés, como ropas.
¡Alabados! ¡Alabados! sean los muertos que después  de tanto viven tan fuerte en nuestras horas,
nos regalan los suspiros que a ellos les sobraron,
piden desaparecer  de una vez, ser olvidados y volver a nacer,
ruegan nuestra muerte y la muerte de nuestro hijos también.

Los que entran al olvido entran dormidos  a lo eterno.
Pero algunos se quedan dentro de tu espejo, en los aretes viejos, y muebles añejos
esperando al tiempo.
Algunos muertos, algunos muertos hablan como ecos encerrados en nuestras velas
Un lento escapar, hasta ser humo final de esta tierra.
Ivan lavin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario